1. Los hermanos Arellano Félix
2. Osiel Cárdenas Guillén
3. El 'Chapo' Guzmán
4. La familia Carrillo Fuentes
5. Los hermanos Valencia
6. La familia Amezcua Contreras
7. Pedro Díaz Parada.
No son de apellido Bonnano, Genovese, Gambino, Luchese o Colombo, jefes de la histórica mafia italo-americana. Los escenarios del crimen tampoco son Sicilia, Palermo, Brooklyn, Nueva York o el Bronx.
Controlan todo
En un documento de inteligencia de la Procuraduría General de la República (PGR), de circulación restringida y al cual tuvo acceso Univision.com, se describe el 'mapa' de la mafia en México. Allí aparecen siete familias que se disputan el control del tráfico de drogas en el país.
El mapa de la Cosa Nostra mexicana
Los Arellano Félix, Osiel Cárdenas Guillén, Joaquín Guzmán Loera, la familia Carrillo Fuentes, Armando Valencia, Pedro Díaz Parada y los hermanos Amezcua Contreras.
Esos son los nombres de los capos de la Cosa Nostra mexicana. Siete familias que han sembrado la muerte y la violencia en todos los rincones, con acciones que van desde decapitaciones hasta macabras torturas.
'Amigos' y enemigos por igual caen víctimas de este ejército del crimen que trata de imponer la ley del silencio, so pena de enviar a la tumba a quien se cruce en su camino. Hubo más de 5 mil muertes por cuenta del narcotráfico en el 2008.
Familias asociadas
De acuerdo con el documento de la PGR, las siete grandes organizaciones dedicadas al narcotráfico se asocian de una u otra forma con pequeños grupos o células de colaboradores que operan en distintos niveles.
Las células están bajo el amparo de organizaciones delictivas -especialmente escuelas de sicarios- y se manejan con cierta independencia económica, pero aunque comparten las mismas rutas y territorios del tráfico de estupefacientes, no hay relación entre ellas. De ahí los frecuentes enfrentamientos entre bandas rivales.
La batalla también se libra por el control político, incluyendo influencia sobre las policías Ministerial y Municipal, de acuerdo con activistas de derechos humanos y otras organizaciones civiles. Los carteles compran la lealtad y hasta el alma de las autoridades a cambio de puñados de dólares.
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