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domingo, 30 de enero de 2011

HOTEL MIGRANTE UN ESPACIO PARA LOS DEPORTADOS DE ESTADOS UNIDOS DE ÁMERICA.


Antes llamada El Hotel Centenario, tenia un bar deportiva en el pizo bajo. Un hombre deportado hace reparaciones en una ventana.


New America Media, MEXICALI, México - Casi 400 mil personas fueron deportadas de los Estados Unidos durante el año pasado. Esa es la ola más grande de deportaciones en la historia de los Estados Unidos, incluso la famosa "Operación Espalda Mojada" de la década de 1950, y las deportaciones masivas que pasaron durante la Gran Depresión.


Adriana, de una familia Zapoteca de Oaxaca, fue deportada unas horas antes.
La Patrulla Fronteriza es bien conocida por vaciar los autobuses llenas de personas deportadas en los puestos fronterizos de Mexicali y otras ciudades en el medio de la noche, cuando no hay nada abierto y no hay servicios disponibles para proporcionarles alimentos o refugio. La mayoría de los deportados son jóvenes. No tenían dinero en sus bolsillos cuando venian a los Estados Unidos, y no tienen nada más, ya que son deportados de regreso a México.


Gabino Gonzalez, el cocinero, en la concina serviendo caldo a la gente.
Ellos, los deportados, son personas invisibles. En la ola de histeria anti-inmigrante que en este momento esta agarrando de los Estados Unidos, nadie se pregunta: Qué le sucede a los deportados una vez que se envió de regreso a México?


Viviana "Chiques" Cervantes ha sido viviendo en el hotel por unos meses. El el pared esta escrita, "¡No Visites a Arizona!"


En Mexicali, un grupo de deportados y activistas de derechos de los migrantes se han ocupado un hotel viejo, abandonado, conocido antes como el Hotel Centenario (Hotel de los Cien Años). Ahora, las activistas han cambiado el nombre del hotel al "Hotel Migrante". Situada solamente una cuadra de la frontera, el hotel se da a las deportadas un lugar para dormir y comer durante unos días antes de regresar a sus tierras, o tratan de cruzar la frontera otra vez. El gobierno le da nada. Un grupo de activistas estadounidenses, Angeles de la Frontera (Border Angels), ofrece el poco apoyo que recibe el hotel. Una cooperativa organizada por los deportados cocina todo de los alimentos y trabaja en la fijación de la construcción.



Gerardo, deportado hace algunos dias, en su recamara


Alrededor de 50 a 60 personas viven allí durante el invierno, mientras que cinco o seis mas llegan a sus puertas durante la noche. En los meses del verano, cuando hay mas personas cruzando la frontera en busca de trabajo, el número de deportados que buscan refugio en el hotel se eleva a más de 300.


Hombres deportados el la escalera hacia la puerta a uno de los tuneles abajo de Mexicali. La puerta esta cerrada y el tunel abandonado. Algunos de los tuneles van hacia el otro lado de la frontera.


"Mucha gente fue herida tratando de caminar por las montañas alrededor de Mexicali", dice Benjamin Campista, un miembro de la cooperativa. "Hace mucho frío allí ahora, y al momento que son atrapados y deportados, muchos estan vestido en solamente una camiseta y zapatos. Algunos se enferman, y los llevamos al hospital. El resto se quedan aquí unos días hasta que su familia puede envíar dinero para pagar su pasaje a casa, o hasta que deciden tratar de cruzar de nuevo. "



Ángeles de la Frontera y la colectiva tienen un acuerdo con el propietario pagar 11 mil pesos mensuales de renta (alrededor de $900 USD), pero ya son seis meses de retraso. Todos los residentes del hotel salen diariamente a las largas filas de personas esperando para cruzar por la garita (la puerta legal de la frontera). Piden dinero para apoyar el hotel, y cada residente gana la mitad de lo que reciben. La mayoria de la otra mitad se usan comprar los alimentos para la cena. La espera para pasar por la garita normalmente es larga (dos horas o mas), entonces los residents tienen mucho tiempo para explicar su situacion a las personas que esperan en la fila.


Benjamin Campista, un lider de la cooperativa, recuerda las historias tristes de los que murieron tratando de cruzar la frontera, los miembros de sus familias que llegaron despues al hotel.


Todos los días Campista las historias de los deportados. "Tres hermanos estuvieron aquí el verano pasado, antes de que trataron de cruzar. Un mes más tarde uno de ellos volvió. Lo vi en el techo, llorando mientras miraba a las montañas, donde los otros dos hermanos habían muerto por el calor. Una mujer vino aquí con su bebé de dos meses de edad. Su marido había muerto en el desierto también.


"Somos humanos!" Campista exclama. "Estamos yendo al norte solamente para buscar trabajo. ¿Por qué debemos morir por esto? Nuestros gobiernos deben poner fin a estas violaciónes de nuestros derechos humanos, para que nuestro hotel no sería necesario."


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